jueves, 20 de febrero de 2014

Prosa presa de una piel.

I
   La geografía de tu piel esconde terrenos aún por descubrir. De ella conozco lo único que he sido capaz de imaginar. Pero a mí me basta para afirmar que alrededor de tu ombligo hay carreteras níveas que conducen a una tempestad descontrolada con lunares que arden. Ellos son mis aliados cuando quiero besarte.
También me gusta el cráter de tu boca, de donde se articulan las palabras más bonitas, aunque no las tome por ciertas. Y aunque no solo sean las palabras que me dices lo que más me gusta.
Y tu pecho, tu pecho es una duna con las mejores vistas a tus ojos. Es el único rincón donde pude ver dos lunas sin tener la necesidad de quedarme a vivir en una de ellas, imagina.
   
  Pero si sigo hablando de los accidentes geográficos de tu piel, no me puedo olvidar de tus brazos cubriendo mi coraza. Ni de la cima de mis codos en tus hombros. Ni de tu espalda. Y es que ha sido el mejor escudo en las noches frías, donde ella se llevaba todo el dolor de mis arañazos mientras clavabas el estandarte en lo más hondo de mí. 

II
   Me acuerdo cuando confundí tus costillas con los dedos de tus pies, pues los abismos eran parecidos.
Y entonces, posé mi mano encima de tu culo y el iceberg se fue a pique. En ese momento llegamos al ecuador. Ida y vuelta. Creo que me perdí en ambas.

   A lo lejos divisé a los Unos. Pero recuerdo que no estaban tan lejos como pensaba, y vencieron la batalla. Desde entonces no he vuelto a pisar mejores tierras que las tuyas. Y quién sabe si podrá recobrar la vida que por aquel entonces tenía. 
Campo de sudor, sangre, lágrimas y alegría efímera.

III
   Me estoy preparando para la guerra. Voy armada hasta los dientes. A este paso crearé un imperio donde no solo sienta el estupor con el que ahora me miras, sino el valor para volver a pisar tierra firme. Y tener la firmeza para grabar a fuego, en cualquiera de las caricias que antes me dabas, que te quiero. Y que echo en falta la melodía de tu voz rozándome el cuello.

   Joder, tu cuello, con tanto paraje hermoso donde poder perderme me había olvidado de él. Éso sí que era una depresión donde merecía la pena resbalarse. Y caer una y otra vez, perdiendo el norte y el sur.
Más tarde patiné en otra curva, la de tu sonrisa. Acabé dando vueltas de campana y aterricé enlazada entre los dedos de tus manos. No me preguntes cómo, y del cuándo solo recuerdo que eras feliz en esos enredos. Feliz de verdad. 
Y que repetimos cuando quieras, tú ya sabes dónde.




domingo, 16 de febrero de 2014

Transgénicos naturales.

   Ya me he perdido en el mar de tus lágrimas
y nos hemos encontrado en el océano de nuestros abrazos.
Tan llenos de vida como el sol cuando resplandece
y duelen los ojos de tanto mirar.

   Ya te he agradecido una y mil veces
todo lo que por mí has hecho en prosa,
esto es un intento de renovar
ese gracias inmenso en verso.

   Ya hemos vivido más experiencias que años,
más latidos que risas,
más sonrisas cómplices que la de la Mona Lisa.

   Ya no hay más que te pueda decir
si no es que te quiero
y que te adoro,
y que sin ti soy yo sin serlo del todo.

   Ya no hay más que te quiera decir
si no es que me aguantes el resto de la vida.
De nuestras vidas enlazadas,
aunque los años nos distancien
pero jamás el alma.

   Ya no hay más, pequeño kiwi,
que el resto ya lo sabes,
y que has dejado huella en otra persona más
(no podía ser menos).




miércoles, 12 de febrero de 2014

Nudos y desnudos.

   Soy yo
y mis inseguridades.
Mis líos,
hilos
y enredos.
Mis temores más fuertes
y mis momentos tristes.
   Soy yo
paseando a solas,
pensando en nada.
En que somos nada.
Y quiero ser eso,
(tu) Nada.
   Y aunque sea nudo
no quiero dejar de ser
mía.
   Que lo que te ofrezco
no vale mucho
(si hablamos de dinero)
puesto que solo es
el desnudo de mi alma.
   Un alma que divaga
sin más rumbo
que el de la mente
que le dicta.
Y así va ella,
más perdida
que el tesoro del pirata.
   Pero dentro del tesoro
se esconde 
un corazón
asmático
de respiración acelerada
con el pulso
chirriándole los dientes,
esperando a que lo calles.
Tú ya sabes cómo.
   Solo tienes que
escoger la llave
correcta.
   Pero tú,
cariño,
no tiembles,
que de eso me encargo
yo.



sábado, 8 de febrero de 2014

Sin querer.

   Poner del revés tu nombre,
mis esquemas,
y nuestros problemas.
   Arañar la vida,
como si no fueses la mía.
   Callar al pasado
como si se tratase
de un recuerdo olvidado.
   Besar tus miedos
y hacerles el amor
todas las mañanas.
   Hacerte cosquillas
en las costillas
y que tus mejillas
respiren alegría.
   Susurrarte mis latidos
mientras te acaricio el corazón.
   Morder tus nudillos
en caso de incendio.
   Bajar al infierno
y entrar por la puerta grande
para después
ascender a tus pupilas
y presumir de vistas.
   Escribir sobre lo abstracto
que es quererte,
puesto que aún
no te conozco
y estas palabras
hablan de ti
y de mí,
amor.
   Pero tú
no digas nada,
que ya duelo yo
por los dos.