Te he olido las pupilas.
Te he lamido las pupilas.
Te he tocado las pupilas.
Te he escuchado las pupilas,
pero todavía no me he atrevido
a mirarte las pupilas.
He subido al infierno
y he descendido hasta tu cuello.
He escrito sobre mis sueños
y por desgracia nosotros éramos
los protagonistas de cada uno de ellos.
Te juro -yo no juro en vano-
que parecía un cuento.
Yo no paraba de pellizcarme.
Tú sólo querías curarme las heridas,
aunque tardases siete inviernos.
Y en esa nube podría haberme
quedado a morir
cada una de mis vidas
si tú no te hubieras