miércoles, 18 de febrero de 2015

Venda de seda.

Murciélagos cubiertos
con el cuero de tus párpados.
Ellos, envidiando a los caballos
que habitan en mi pecho
por llevar vestidos con vuelo
cosidos con la seda que extrajeron
de los gusanos de tu estómago;
éstos, pegados a tus lunares,
como si de parejas de bailarines
se tratase.

Porque nosotros no supimos
cosernos las alas al fracaso,
pero caímos del precipicio
cogidos de la mano
y nos bebimos el océano de un trago;
dejando el aroma de nuestros labios
en todas las costras que el mar
no se supo curar.

Así que si preguntan por nosotros,
no hablaremos de los perros y los peros
que quisieron extinguirnos,
callaremos como sabios
que no tienen ni puta idea del amor
pero saben que se amaron como locos
el uno sin el otro.



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